Dice el artista holandés Daan Roosegaarde que la luz es su lenguaje. Es el recurso energético y la clarividencia que le permite mirar el mundo con media hora de adelanto respecto a los demás. Su centro de operaciones es el Studio Roosegaarde, en el puerto de Rotterdam, Países Bajos; una fábrica de vidrio en la que trabajan diseñadores, ingenieros y especialistas en diferentes materias que fusionan la tecnología con el arte y que conectan con la gente. Este peculiar establecimiento parece tener más de laboratorio que de espacio creativo.
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